Tenías que ser tú quién encontrase la aguja en mi pajar
y me cosiese las yemas de los dedos a su espalda.
Mudando después la piel.
Dejándome por una loca enamorada de un fantasma.
Ahora tengo aletas hechas de tu piel
y de tanto llorarte me han salido escamas.
Soy la perfecta definición de una sirena.
Pero ya no canto.
Encerré mi voz dentro de caracolas
que te gritaban que me salvaras,
y la he perdido junto a la esperanza.
Mi último suspiro ha sido en tu nombre
y de tanto nadar a contracorriente
tengo la tráquea llena de sal.
Quiero que salgas de mi vida
y que no encuentres la forma de volver a entrar.
Me he bebido todo el alcohol de esta isla
y he escrito nuestra historia para embotellarla
y lanzarla a tu océano de lagrimas de cocodrilo,
para arrojar un poco de luz sobre tanta mentira.
Escucho tu nombre y siento náuseas.
Eres la peor de todas las resacas.
Si aún pudiese mirarte a la cara,
te aseguro que te vomitaría
una a una tus mentiras.
Eres la definición gráfica de la hipocresía.
Ojalá algún día te enamores
y yo esté presente cuando te destrocen.
Ojalá digan quererte tanto como tú me has demostrado hacerlo,
y ojalá tus mariposas aprendan a bailar y les corten las alas.
He cerrado los ojos y he guardado un minuto de silencio por las mías.
Jamás te perdonaré la masacre de aquel día.
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