domingo, 8 de marzo de 2015

Ojalá el amor de tu vida te regale una corona de flores llena de espinas.

Tenías que ser tú quién encontrase la aguja en mi pajar
y me cosiese las yemas de los dedos a su espalda.
Mudando después la piel.

Dejándome por una loca enamorada de un fantasma.

Ahora tengo aletas hechas de tu piel
y de tanto llorarte me han salido escamas.

Soy la perfecta definición de una sirena.
Pero ya no canto. 

Encerré mi voz dentro de caracolas 
que te gritaban que me salvaras, 
y la he perdido junto a la esperanza. 

Mi último suspiro ha sido en tu nombre 
y de tanto nadar a contracorriente 
tengo la tráquea llena de sal.

Quiero que salgas de mi vida
y que no encuentres la forma de volver a entrar. 

Me he bebido todo el alcohol de esta isla 
y he escrito nuestra historia para embotellarla
y lanzarla a tu océano de lagrimas de cocodrilo,
para arrojar un poco de luz sobre tanta mentira.

Escucho tu nombre y siento náuseas.
Eres la peor de todas las resacas. 

Si aún pudiese mirarte a la cara, 
te aseguro que te vomitaría 
una a una tus mentiras. 

Eres la definición gráfica de la hipocresía.

Ojalá algún día te enamores
y yo esté presente cuando te destrocen. 

Ojalá digan quererte tanto como tú me has demostrado hacerlo,
y ojalá tus mariposas aprendan a bailar y les corten las alas.

He cerrado los ojos y he guardado un minuto de silencio por las mías.
Jamás te perdonaré la masacre de aquel día.

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