lunes, 9 de mayo de 2016

Aquí no hay tiempo para lamentos.

A lo mejor lo intento contigo y todo nos sale mal.
A lo mejor no lo intento contigo y todo nos sale mal.

Quién sabe.

Yo quiero saber cómo sabes.

A lo mejor esto consiste en dejar de pensar y empezar a actuar,
porque si me lo pienso y piso el freno, después ya no sabré arrancar
y me quedaré con las ganas de arrancarte la ropa en cualquier soportal.

El amor es un coche que se cala cuando dudas,
así que lo mejor va a ser dejarse acelerar y no mirar ni atrás, ni más allá
y que la vida me atropelle si me tiene que atropellar.

Ya sabes que soy más de recibir impactos que de esquivar dardos.
Aprieta tú el gatillo que yo prefiero recibir el disparo.

No existe bala más sincera que el te quiero de un borracho
y aquel mensaje que creíste y deseaste no haber mandado.

El subconsciente no está entrenado para el engaño, 
por eso él quiere mejor que muchos humanos.

¿Dé que te sirve regalar besos vacíos si después lloras hasta colmar el vaso?

Ven y vamos a emborracharnos.

A lo mejor te beso y no te tengo que besar,
pero si no te beso y me arrepiento, no me lo voy a perdonar. 

Lo que no quiero es no hacer y después desear.

No quiero desear y no hacer por miedo al qué dirán. 

Al qué pasará. 
Al equivocarme y meter la pata hasta atrás.

Así que, si no te importa, te voy a volver a sacar a bailar.

Porque aquí sólo hace el ridículo aquel que dice saber querer y después se arrepiente de haber salido corriendo
y sólo se equivoca aquel que no hace y después sueña con haberlo hecho.

Lo siento,
aquí no hay tiempo para lamentos.