lunes, 24 de febrero de 2014

Excesos y reencuentros.

Cuando tú me dejaste, yo me di a todos.
Empecé a beber, a fumar y a probar todas esas cosas que a ti no te gustaban. 

Pero, ¿qué coño? 
Tampoco te gustaba yo, ¿no?
Así que, ¿qué importaba?

El tema del amor a única persona,
lo cambié por el sexo de en cuantas más camas, mejor.

Y aunque te mentiría si dijese que en ocasiones no me descubro cerrando los ojos esperando tener los tuyos clavados en la nuca, también te digo que no quiero que eso vuelva a pasar.

Y cada vez lo hago menos, 
cada vez se disipan más tus manos.

Cada vez siento menos tus "te he visto, pero no me acuerdo",
a sabiendas de que sabes que sé que me recuerdas, pero crees que me estás castigando con tu indiferencia solo para no darme el placer de saber que en fondo querías quedarte.

Y ahora te molesta que me haya convertido en una chica de "si te he follado, no voy a recordarte". Lo siento, ahora prefiero unas manos firmes, palabras ciertas y un nombre falso. Prefiero tener que arrastrarme a llegar contigo a casa de la mano.

Porque me siento más llena de mí desde que estoy más vacía de ti y por que me cansé de estar triste, de no sentirme bonita y de andar ocultándome detrás del maquillaje; de no sonreír ni en las fotos desde que el día que me dijiste que sonreír a desconocidos es sinónimo de estar flirteando. 

Porque hoy no sé dónde estás, y tampoco me voy a poner a buscarte.
Porque cicatrices tenemos todos, pero yo las curo con alcohol para que aunque escueza te vayas antes.