jueves, 30 de julio de 2015

Inconformismo emocional.

Verás, necesito hablar contigo.
Sé que no es tu culpa que me gustes tanto,
- porque lo cierto es que me gustas mucho -
pero esto no es lo que quiero.

Yo no soy un pasatiempo,
ni unas vacaciones de entretiempo;
de entre tío y tío,

de autoconocimiento y prevención del aburrimiento
con alguien que perdería el culo
sólo porque le volvieras a guiñar un ojo al espejo.

No soy el capricho de una semana en la que tienes tiempo
y no encuentras quien te diga cosas bonitas y te llene de recuerdos;

que te diga lo bonito que se ha vuelto su mundo 
desde que te escucha reír entre beso y beso; 
incluso meses antes viendo cómo te recogías el pelo.

Que este Invierno se adelantó la Primavera
únicamente porque de tus manos nacen flores.

Que no me importa la estación si tú eres mi compañera de trayecto,
tampoco importa la dirección desde que tú marcas mi Norte, 
y poco importa el tiempo si el destino me lleva en tu encuentro.

E insisto, tú no tienes la culpa de todo esto; 
porque fui yo quien te abrió la puerta 
a sabiendas de que me pisarías los pies bailándome la vida.

Que, como has podido comprobar, 
no sé caminar sin que resuenen mis cristales rotos, 
no sé no temblar cuando te noto, 
no puedo evitar volverme terremoto cuando me asomo a tus ojos.

Que has dinamitado los cimientos de mi risa,
y has barrido con tus pestañas todo rastro de mi tristeza.

Por eso permíteme que te diga que aún aspiro a ser quien te deshaga la trenza entre mis yemas.

Yo que fantaseaba con ser quien te desnudase cada noche, 
para después despeinarte las mañanas y darte besos hasta en las comisuras del alma.

Yo que soñaba con jugar a que, en un descuido, te giraras y me encontraras.

A que fueses tú quien me besara.

Que contigo no sé bailar, pero me encantaría que me enseñaras; a cambio tararearía todas tus canciones favoritas hasta que te dieses cuenta  de que en tu garganta habita mi banda sonora preferida y que lo único que no haría por tu sonrisa sería extinguirla.