domingo, 24 de agosto de 2014

Del amor y el odio la única diferencia somos nosotros.

Me odio como si alguna vez me hubiese querido 
y estuviese dejando de hacerlo.

Como si en lugar de escapar,
fuese en mi encuentro.

Como si en lugar de intentar desaparecer,
me estuviese esperando con los brazos abiertos. 

Me odio como si pudiese evitarlo.
Me quiero como si supiese hacerlo.

Te odio como si no hubiese descubierto 
el verbo querer contigo,
como si ya hubiese dejado de quererte 
y hubiese empezado a quererme.

Te odio con la valentía de una huida,
con la cobardía de un suicidio,
con la fuerza de una hormiga
y con el esfuerzo de un parásito.

Te odio como si supiese hacerlo.
Te quiero como si pudiese evitarlo.

viernes, 15 de agosto de 2014

Sentencia de divorcio.

Me estoy divorciando oficialmente de mi tristeza. 

La patria potestad de mi corazón es mía,
y no lo siento cuando te digo
que no tendrás derecho a un régimen de visitas.

A un periódico vis a vis 
en el que lo envenenes con mentiras.

No voy a cederte la custodia compartida 
de algo que te cedí en su totalidad, 
y que tú terminaste destrozando
por no preguntarme antes 
de empezar a usarlo.

Te lo entregué envuelto en papel de regalo
con una nota que decía bien claro:
"frágil, nos rompemos con facilidad".

Pero tú no la leíste 
y hasta aquí hemos llegado.

Estamos a salvo,
pero no nos caben en el cuerpo
más heridas de guerra,
ni más daños colaterales
después del último atentado.

Atrás quedarán los golpes que me asestaste
y el camino que, a tu lado, no lleva a ninguna parte.

La espalda contra la pared,
y la espada sobre la garganta.

La pistola siempre cargada,
y tú apuntándome a la nuca,
para, en un descuido, 
dispararme a las espaldas.

Porque aunque tengas mucha, tú no sabes dar la cara,

Tu particular forma de intentar dañarme 
diciéndome que en tu corazón ya había alguien.

Cuando supe desde el primer día
que el problema no era ese,
sino que yo nunca estaría.

Y no es porque fuese yo,
es porque no aceptas inquilinos del exterior.

Allí sólo vives tú
y no dejas sitio a nadie
que no esté dispuesto 
a morir en tu interior.

Por eso mismo me voy.

Me voy de vacaciones lejos de tu presencia.
Me voy a ausentar permanentemente de tu ausencia. 

Encárgate tú de la mía.
Y no esperes que regrese a por ella.




lunes, 11 de agosto de 2014

Amnesia etílico-sentimental.

Tengo el amor propio
a la altura de la suela de tus zapatos.

Es decir,
bajo tierra.

Como tus principios.
Como nuestros finales.

Y toda nuestra basura sentimental intentando florecer en alguna parte.

"Mala hierba 
nunca muere",
y yo ya no intento matarte,
porque sólo consigo deshojarme.

Yo ya sólo aspiro a recuperar los pétalos que un día me robaste.

Tengo al superviviente 
de tu último abrazo
colgado de la barra del bar
al que preferías ir solo
en vez de mal acompañado.

Teniendo en cuenta que,
a excepción de la mía, 
todo era buena compañía.

Y ahí lo tienes,
bebiéndose,
uno a uno,
mis desvelos
por tus engaños
a cambio de sueños
o de una falta de sueño
en la que no aparezcas 
tras cada vaso.

Está probando suerte 
jugando a la ruleta,
a ver si en una de ésas
una bala le vuela la cabeza.

Se ofrecen consuelos de garrafón
para corazones hechos harapos,
amor del barato
y una resaca de infarto,
preferible a beber de tu copa un trago.
A perderme entre tus piernas un buen rato.

Pero al final acabo otra vez borracha
y me olvido de dónde está mi casa,
aunque recuerdo perfectamente
dónde está la tuya.

Olvido por qué no debo ir a buscarte,
y lo acabo haciendo.

Porque no sé,
pero en ese momento no quiero ir a ninguna otra parte.

Y es una putada encontrarme frente a tu casa
como un enfermo terminal de Alzheimer
que se siente frustrado y desorientado
cuando no sabe por qué está ahí,
ni cómo ha llegado,
ni a quién demonios está esperando.

Se me han trasladado
las ganas de vivir a los tobillos
confundidas con mis ganas de huir
de este sitio que te lleva consigo.

Me duele el corazón de esperarte tanto.
-aunque no sepa por qué aún lo hago-

O sí,
pero ese es otro caso.

- Ponme otro trago.
Y ya veremos dónde acabamos.