lunes, 16 de febrero de 2015

Te mereces un adiós, querido.

Anoche me despertó tu ausencia.
Estaba haciendo las maletas.

Ya no desea que vuelvas
y ha comprendido lo absurdo 
de querer a alguien como a nadie 
cuando te cambiaría por cualquiera.

Querer a alguien para toda la vida
cuando nunca se quedaría para compartirla.

Los pedazos del corazón que tú me rompiste 
están colonizándome la boca del estómago, 
a base de arcadas,
desde tu primera mentira pronunciada.

Trataste de cubrirle las espaldas 
a tu incapacidad para dar la cara 
y me diste más de mil motivos 
para tener ganas de cruzártela.

Pero no mereces la pena, 
ni el poder de condenarme a ella.

No eres alguien que merezca ser querido,
ni tienes algo que merezca mi sacrificio.

Cariño,
tú eres algo que ya no quiero,
y yo tengo algo que nunca has tenido;
el corazón en su sitio.

Te mereces un adiós, querido.
Y aquí tienes el mío.

domingo, 8 de febrero de 2015

Quizás tú ya no, pero yo aún.

Si aún piensas en mi,
pregúntate por qué ya no nos tenemos;

por qué no nos estamos viviendo 
y estamos sobreviviendo a base de recuerdos.

Por qué nos hemos acomodado en el pasado
si en el futuro nos dábamos la mano.

Por qué nos soñamos en camas distintas
pudiendo compartir desvelos y amaneceres en la misma.

Si me echas de menos,
intenta explicarte por qué me echaste a un lado,
por qué me hiciste de menos cuando yo más te necesitaba.

Por qué tiraste la toalla cuando me viste hipotérmica y perdida,
muerta de miedo y de frío, suplicándote una caricia. 

Si aún me quieres,
pregúntate cómo has sido capaz
de obligarme a olvidarte en lugar de dejarme quererte. 

Cómo has podido soplar todas mis velas dejándome a oscuras;
todas mis pestañas sin pedirme como deseo en ninguna.

Cómo has podido quererme sin tenerme,
y no quererme cuando me has tenido.