Aún recuerdo cuando escuché tu silencio por primera vez,
de hecho, al principio, casi todo eran silencios.
Y yo me fui encariñando de ellos como, más tarde, me fui enamorando de tu voz.
de hecho, al principio, casi todo eran silencios.
Y yo me fui encariñando de ellos como, más tarde, me fui enamorando de tu voz.
No podría explicarte lo que sentí la primera vez que fue tu voz y no la voz de Madrid lo que inundo aquella habitación de hotel en la que comprendí que estaba enamorada de ti, pero también de Madrid, porque ella te había traído a mí.
En cambio, rompí con ella y te paseé por sus calles,
por todas y cada una de sus calles sin soltar tu mano,
besándonos y tentando a todos los semáforos.
por todas y cada una de sus calles sin soltar tu mano,
besándonos y tentando a todos los semáforos.
Rojo, te beso; verde, también.
Ámbar, cruzamos rápido para besarnos en la otra acera.
Madrid me respondió con una sonrisa, porque sabe que todos nos enamoramos de ella,
pero que tarde o temprano la dejamos para ser aún más felices de lo que ya éramos.
Creo que no me guarda rencor,
y espero que no lo haga porque yo la quiero por lo que fue, y por ti.
pero que tarde o temprano la dejamos para ser aún más felices de lo que ya éramos.
Creo que no me guarda rencor,
y espero que no lo haga porque yo la quiero por lo que fue, y por ti.
Por tu voz.
Porque me permitió escucharla y acompañarla durante lo que a mi me parecieron escasos segundos, durante lo que el calendario dijo ser días, pero que me supo tanto, y a tan poco.
Tampoco voy a ser egoísta, la tuve,
y eso es más de lo que otras podrán decir.
La escuché ser feliz, o eso parecía.
La escuché reír tan alto que nuevamente la voz de Madrid dejó de ser ruido para ser murmullos. Ella también quería escucharla, también ella la amaba.
Y dudo que haya dejado de hacerlo.
y eso es más de lo que otras podrán decir.
La escuché ser feliz, o eso parecía.
La escuché reír tan alto que nuevamente la voz de Madrid dejó de ser ruido para ser murmullos. Ella también quería escucharla, también ella la amaba.
Y dudo que haya dejado de hacerlo.
Y es que estoy segura de que si pudiese enamorarse de un objeto,
no tendría más remedio que enamorarse de un espejo.
no tendría más remedio que enamorarse de un espejo.