sábado, 25 de diciembre de 2010

Lost in the world..

Gritos, gritos y... ruido. ¡Qué le jodan a mi bienestar! Insisto, ruido para mis oídos, por favor. Podría pedirlo de malas maneras pero, en cambio, ruego y suplico.. Dentro de mi sólo quedan murmullos, susurros y pocas palabras que suenen con claridad, me invade el silencio y el miedo me consume por dentro. No dejo de pensar en el pánico que le tengo a los cambios, y en la facilidad con la que se producen. Un pestañeo. Quiero ruido, necesito ruido.. y humo. Algo que consiga alejar mis pensamientos de la parte menos cuerda de mi mente, las locuras. Necesito mantener alejadas de mi esas ganas de echar a correr porque sino sé que no volveré. Siento como el viento vibra sobre mi piel, pero intento contener mis ganas de resoplar y romper a llorar. Son suficientes las gotas de lluvia que se posan sobre mi rostro, total, nadie notaría la diferencia entre una un tormenta exterior y una que parte del interior.. Cuando me quise dar cuenta ya había echado a correr y no sabía dónde me encontraba. Estaba en medio de la nada, por lo que disminuí la velocidad de mis zancadas y me dispuse a andar despacito al menos hasta que divisase un norte. Mi brújula interior se había roto, y mi corazón latía tan rápido que incluso extremidades desconocidas de mi cuerdo se estremecieron. Latía rápido, descontrolado, tal vez llevase mucho tiempo corriendo, huyendo. La verdad es que no lo recuerdo, no recuerdo ni tan siquiera porque estaba huyendo, huía de mi misma y todo se había vuelto realmente confuso. De pronto noté como mis mejillas se humedecían, me lloraban los ojos, pero yo no les había ordenado que se despojasen de las lágrimas aún. ¡Malditos ojos torpes! No sabían respetar mis deseos, pero es cierto que ni yo misma conocía mis deseos entonces. Estaba realmente desorientada, pero al menos mi corazón iba tranquilizándose con cada paso que daba, sin rumbo, eso sí. En mi mente los susurros comenzaban a sonar un poco más claros y más altos, pero continuaba sin poder descifrarlos. ¡Estúpido jeroglífico! Habían pasado horas, tal vez días, no lo recuerdo muy bien. Era de noche, noche cerrada sin luna a la vista, no podía divisar nada a mi alrededor, pero en cambio, esta vez no sentía miedo, ni pánico. Me sentía tranquila, algo rota, pero relajada... estaba perdida fuera y dentro de mí, caos y caos provocan estabilidad, menos y menos, más, ¿no? Leyes sin sentido.  Sin duda alguna, llegó un punto del trayecto en el que tampoco lo buscaba... Y de pronto comenzó a sonar mi canción por arte de magia y poco a poco se fue transformando en el ruido que yo tanto llevaba esperando, inundó mis pulmones, cada recoveco de mi perversa y aturdida mente, y después se adueñó del aire. En ese momento sentí como mi cuerpo entero se desvanecía bajo mis pies y comencé a tararear el ritmo del ruido dentro de mi cabeza, y así, sin darme cuenta, desaparecí…

viernes, 10 de diciembre de 2010

Ruido, melodía, armonía..

Me resultaba difícil oír mis pensamientos debido al volumen de la música, pero eso era precisamente lo que deseaba. Deseaba que mi mente descansase al menos por unas centésimas de segundo del tormento de mis recuerdos. No era bueno el ejercicio mental que ellos producían, constantemente, a mi memoria, pero ella era una inconsciente y una masoquista. Así que decidí aumentar un poco más el volumen de la canción para que los recuerdos cesasen ante el estruendo del ruido golpeando mis tímpanos. Masoquista, lo que yo decía. Ella intentaba a cada momento que por todos los medios yo no me deshiciese de mis recuerdos, estaba dispuesta a que ni tan siquiera se me ocurriese enviarlos a la parte de la memoria que no los recuerda continuamente, pero muy mi pesar, y aunque me doliese, la comprendía. Sabía que hacía eso porque, en el fondo, estaba maniatada a mi corazón. Él, el más perjudicado de la historia, y el más masoquista. Pero, incluso a él, le comprendía. Comprendía su pérdida, y entendía perfectamente que no quería perder a su pequeña princesa aún más de lo que ya la había perdido. Él había salido muy dañado de la situación y ella no quería provocarle aún más daño, aunque, inconscientemente, le impartía más y más dosis de dolor. Las palabras salían de la voz de mi memoria como si de otra canción se tratase, pero yo seguía intentando que mi canción sonase en una escala más alta, y ésta enmudeciera. No era una tarea fácil, pero yo lo seguía intentando. Junto con los recuerdos, los puntos de sutura de mi corazón se abrieron, y todos sabíamos que esto no era algo beneficioso para él, pero, llegado un punto de la canción y tras una disposición de diapositivas recordándome su existencia, incluso yo me rendí ante los hechos. Ya no podía más. Descendí el volumen de la melodía y me dispuse a recordarla cómo se lo merecía. Recordé sus palabras y sus detalles. Los detalles de su rostro y todas y cada una de sus líneas de expresión. Sus sonrisas, si, desde la primera hasta la última... y sus ojos, el lugar dónde yo solía perderme. Esta vez era su voz la que sonaba de fondo, pero podía escuchar también mis pensamientos, y muy delicadamente, por debajo de su armonía, podía distinguir los latidos de mi corazón. Sonaban melódicos, y de repente, el volumen de su risa invadió mi espacio, aunque no me importó lo más mínimo. 

viernes, 26 de noviembre de 2010

¿Un dulce sueño o una bonita pesadilla?

Princesa, esta mañana me he vuelto a despertar sin ti. He soñado contigo, princesa, tú venías a verme, y yo te esperaba ansiosa, te veía descender las escaleras del autobús mientras le ordenaba a mi corazón que, por favor, volviese a latir para poder abrazarte y que sintieses cada uno de los latidos de mi corazón. Llevaba horas esperándote en esa parada de autobús, intentando imaginarme la reacción de mis nervios y de cada uno de los poros de mi piel al divisarte, al perderme en tus ojos sin tener una pantalla de por medio.. Y he de reconocer que ha sido sólo un sueño, pero te veías tan bonita, princesa, tan bonita. Al verte sentí que el cuerpo entero se me desvanecía, que cada uno de mis músculos permanecerían inertes y yo no podría correr hacia ti como realmente deseaba. Pero de repente, mi corazón me hizo caso y reaccionó, se puso a latir frenético y todos y cada uno de mis nervios cobraron vida. Me abalancé hacia ti, princesa, fue un impulso, como el de no soltarte, y empecé a sentir tu corazón, comencé a notar como mi latir se acompasaba al tuyo y cómo el resto del mundo dejaba de ejercer importancia. Miré tus ojos y contemplé su belleza, aunque tu rostro entero había ejercido un poder sobre mi que controlaba todo mi cuerpo. Princesa, necesito verte. En sueños me hablabas, pero no recuerdo con claridad lo que me decías. Pude sentir en mi piel el susurro de un "te quiero" alborotando todos los pensamientos que rondaban mi cabeza y los escalofríos que eso provoca.. Recuerdo los besos, con ternura, con cariño e incluso con pasión. Los besos en las mejillas, y en tus delicadas manos, recuerdo una caricia que dejé caer en tus mejillas y también recuerdo el beso de despedida y la despedida de mi sueño. Te echo de menos, princesa. Y no sé como cambiar esto, sólo se que necesito verte, necesito perderme, pero sin perderte..

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Dulce cumpleaños, princesa.

Tienes un corazón enorme, tu edad aumenta, y el tamaño de tu corazón también. Estoy orgullosa de ti, pequeña. Realmente estoy muy orgullosa de ti. Como dijo una vez Paulo Coelho "el amor es la única manera que tenemos de crear un puente hacia el mundo espiritual. Cuando amamos queremos ser mejor de lo que somos, y lo conseguimos." Y tú vas a conseguir ser la mejor, ya lo verás. Confío en ti, ahora sólo tienes que creer en ti. 


''Y no olvides nunca que..
el primer beso no se da con la boca,
.. sino con los ojos"


Un beso con los ojos.
Desde mi recuerdo.

viernes, 19 de noviembre de 2010

¿Suficiente?

Me había acostumbrado a su voz, a su manera de hablar e incluso a su acento; había palabras en mi vocabulario que ella misma había colocado allí inconscientemente. Y yo, también inconscientemente, las decía y me acordaba de ella. Veía sus fotografías y me colocaba la mano bajo el pecho con la intención de que este no se abriese y dejase paso al dolor, entonces me apretaba fuerte, me mordía el labio, cómo ella hacía, y me aguantaba las lágrimas con todas mis fuerzas. Al fin y al cabo son recuerdos, son cosas que no deben perderse, como el contacto. Pretendía que ella se quedase cerca, lo suficientemente cerca como para verla sonreír, como para saber cómo le había ido el día y para que me contase sus historias. Al principio no iba a ser fácil, pero no quería perderla, al menos no de la forma que me quedaba. Una vez ya había perdido una parte y no soportaría perderla del todo, ella se había vuelto tan importante... Extrañaría sus tonterías, su inquietante manía de fumar a todas horas, sus nervios... Echaría de menos ver su pequeña nariz y sus grandes ojos a través de la pantalla, escucharla discutir en casa o que hablásemos hasta altas horas de la madrugada. Pero insisto... al principio no sería fácil, pero allí estaría ella y eso sería suficiente...

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Te echo de menos, princesa..



Te echo de menos, y no sólo te echo de menos a tí, sino también a cada una de tus manías. Echo de menos tu ya preocupante manía de fumar constantemente, echo de menos tu manía de dejarte ver sólo si me veías y echo de menos a la compañera de mis horas, de mis segundos. Echo de menos a la dueña de mis sonrisas, pero echo aún más de menos cada una de las tuyas. Echo de menos que me veas conectada y me hables, echo tanto de menos ser importante para ti porque tú siempre vas a serlo para mi. Echo de menos tus enormes y preciosos ojos que se comen el mundo, y no sólo el mundo, también mi corazón. Echo de menos tu voz y tus tonterías, tus piques en casa, y el volumen de tu risa, su armonía. Echo de menos la facilidad con la que el tiempo se paraba cuando tu estabas, y cómo el resto del mundo callaba para que yo te escuchara, o igual no callaban, pero yo sólo te oía a ti. Echo de menos tus palabras bonitas aunque los recuerdos siguen martilleando mi cabeza, siguen atormentándome, siguen haciendo que piense en cómo te fuiste, una y otra vez. Echo de menos verte durante el transcurso de las horas y perderme entre las comisuras de tus labios, en la forma de tu pequeña y adorable nariz, en el contorno de tu rostro y en la naturalidad de tu pelo, pese a los kilómetros de distancia. Echo de menos tenerte ahí y que me alegrases los días, que te llevases mis tristezas y que hicieses que cada día fuese especial a través de una simple pantalla. Pero al otro lado estabas tú, y eso lo cambiaba todo. Echo de menos ponerme nerviosa con un simple hola, o discutir sobre las equivocaciones de tus besos, aunque sabía que eran para mi, aunque ahora ya no lo sean... Echo de menos decirte lo preciosa que eres y publicarlo en cada rincón, dónde todo el mundo pudiese verlo. Echo de menos decirte que te quiero, y no porque ahora ya no lo sienta, sino porque ahora lo siento más que nunca. Echo de menos ser tu niña, aunque tú sigas siendo la mia. Echo de menos mi vida cuando no está junto a la tuya, porque ya no recuerdo como era mi vida sin ti. Echo de menos a los latidos de mi corazón porque tú te los robaste.


Y no echo de menos recordarte, porque te recuerdo a todas horas.


martes, 16 de noviembre de 2010