jueves, 20 de septiembre de 2012

Vitalidad, felicidad.

¡Adiós a las promesas! ¡Déjate de palabras cuando no tienes palabra! No quiero quedar a medias con la tinta, asi que no emplees más saliva en mi, estoy corta de papel, y ya nada me afecta como antes. Ya no soy aquel flan blandito y esponjoso que se asemejaba a la gelatina, inestable y moldeable, completamente manejable. Ahora incluso el aire me sabe a algodón de azúcar, y me siento como si estuviese saboreando un pedacito de la nube en la que me siento a escucharme, cuando todos hablan, y desciendo su volumen, aumentando progresivamente el de mi voz interna.

¡Adiós a las historias de Disney! ¡Déjate de príncipes, princesas y unicornios! La reina de mi reino no necesita dulces, ni tartas de fresa tridimensionales con mucha nata, no necesita escudos, ni hadas madrinas que cuiden de ella. La protagonista de mi cuento viste vaqueros y sudaderas, no deja que la ordenen, y es terca y ordenada dentro del caos de su universo. Ella no pide más de lo que puede ofrecer, y sueña sobre su nube, a sabiendas de que los sueños, sueños son. Desciende a la Tierra, pone los pies sobre ella, y lucha por que se hagan realidad.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Rendirse nunca es una opción.

La corriente se había llevado gran parte de sus fuerzas, y aquella agua dulce se entremezclaba con el agridulce sabor de su sangre dejándole el sentido del olfato hecho trizas. Apestaba a fracaso, a sueños rotos y a heridas que aún no habían cesado de supurar. No hacía frío, ni calor, no era de día, y tampoco de noche, al menos en el punto geográfico en el que se situaba su cuerpo, que no el resto de ella, puesto que su reloj se había parado tras la última luna llena que se había atrevido a empalarle el corazón a traición, sin anestesia, ni aviso previo. A eso me refiero con su cuerpo, su cuerpo estaba allí, anclado a la tierra que también lo sostenía, sin poder levantar un palmo los pies del suelo, inerte y desamparado a expensas de... nada, de absolutamente nada.

La parte de ella que había conseguido salir de su cuerpo era la encargada de buscar alternativas y soluciones. Era obvio que necesitaba cambios, la vida no había sido un lugar dulce y acogedor para habitar, pero rendirse no es nunca una opción, aunque era la tarea que llevaba a cabo su cuerpo, y cerca estaba de lograr finalizarla.

Dos estados totalmente opuestos frente a dos decisiones contrarias. Quedarse allí y morir, o tratar de concienciar a aquel apagado metro y medio de vida, de que si seguía así, no habría solución ni salida. Su espíritu libre y soñador, se decantó por la segunda, y silenció a su cuerpo cansado y triste, para robarle de sus pensamientos la idea de rendirse. 

jueves, 6 de septiembre de 2012

¿Conseguiremos ser felices eternamente?

Me empapé de mí, hice oídos sordos a los mensajes subliminales que me enviaba la ciudad y me concentré en buscar el equilibrio entre mi cuerpo y mi mente. Viajaba sin rumbo, pero con absoluta certeza de que fuese cual fuese el camino que tomase, sería el correcto. No seguía ningún tipo de pauta, ni pensaba mucho en qué dirección seguir, tan sólo sentía todo aquello que me rodeaba más intensamente que nunca, y frente a mis sentidos, ningún tipo de señal, aviso o consejo, iba a hacer que cambiase de opinión. Escuche lo que mi piel me contaba entre respigos, y entre latidos deduje varias sensaciones que quiso hacerme llegar mi corazón, y así, sin poner en funcionamiento la parte más racional de mi cuerpo, le proporcioné la serenidad que necesitaba. No se trataba de hacer lo más sensato a largo plazo, sino de conseguir que cada momento fuese único e irrepetible, sin trabas, ni jeroglíficos imposibles de descifrar, y sin mirar más allá de lo que hoy nos hace felices. No más búsquedas forzadas de la felicidad, he comprobado que ella aparece justo cuando te propones que nada vacío de sentimiento conseguirá ponerte triste o te hará pensar que tu felicidad no merece la pena. Yo he decido que voy a ser feliz, y tú... ¿te atreverías a intentar ser feliz "eternamente"?