martes, 7 de abril de 2015

Te quiero.

Me estoy volviendo loca y ya es un hecho.
Lo siento con la misma certeza que sé que te quiero.

Lo siento, es una putada.
Te aseguro que aún te siento
y que jamás voy a disculparme por ello.

Te miro con los mismos ojos,
te lato con el mismo órgano.

Te quiero, 
pero eso es todo.

Ya no te veo del mismo modo,
ya no te siento del mismo modo.

Te quiero,
pero a mi modo.

Te quiero 
y desearía verte;
confesarte que entre tanto amor
no existe cabida para el rencor.

Te quiero 
y deseo que te quieran, 
al menos la mitad,
de lo que yo he llegado a quererte.

Te quiero;
y ni quiero que me quieras,
ni quiero que logres entenderme.

Te quiero porque resultaste ser la respuesta a todas las preguntas
que no fui capaz de hacerme una vez que decidiste dejar de quererme.

No fui capaz de preguntarte si algún día llegaste a hacerlo;
ni si en alguna ocasión tuviste miedo de perdernos.

Te quiero,
pero ya no es momento 
de preguntarte nada de esto,
porque ya no te creo.