De mayor
quiero aprender a ser pequeña;
aún me
queda mucho por crecer.
De
pequeña soñaba con hacerme mayor;
ahora
aspiro a algo mejor.
A volver
a bailar sobre los charcos,
a comer
de nuevo con las manos
y a
destrozarme todos los leotardos.
A llorar
de sueño, a reír de miedo
y a gemir
sin medir el nivel de decibelios.
Que
asquerosa manía tenéis los adultos de hacerlo todo en silencio.
(como si
no se chivase a gritos vuestro arrepentimiento)
No os
dais cuenta de que arrepentirse es de personas que llegaron a tiempo
y no
cogieron el tren correcto por miedo a no ser suficiente creyéndose más que el
resto.
Que
ignorantes os habéis vuelto.
A partir
de ayer voy a pedir todo lo que quiero, a querer todo lo que se me antoje;
me voy a
permitir que sea antojo, incluso aquello que no quiero.
De mayor
te voy a pedir un deseo:
Quiero
que vuelvas a ser un adolescente lleno de miedos.
Más
sincero y menos cobarde; con más espinillas y menos puñales.
Quiero
que me arranques las bragas en todos los soportales,
que de
tanto llamarte de madrugada no me soportes, y al rato me llames diciéndome que
estás bajo mi ventana; que me asome. Me gritarás que a veces no me soportas,
pero que a veces también me quieres, y que no te apetece vivir sin ninguna de
esas cosas.
No me
llevarás flores, ni me harás promesas.
Las
mentiras llegan cuando creces, pero a la inversa.
Por eso
me he vuelto a poner los zapatos de los domingos
y he
estrenado un vestido lleno de flores que deshojaré contigo.
Porque
cuando no seas mayor quiero que bailemos bajo mi lluvia, que te mojes al oír mi
música y que nos emborrachemos a base de los charcos hechos de lágrimas que un
día decidí embotellar para beberme contigo.
No es
tristeza etílica,
es la
tardevenida de la vida.
La
bienrecibida despedida de la culpa.
(que más
vale llegar tarde que ser adulta)
Por eso
quiero que te masturbes cuando no te hablo, y que sonrías imaginando que no lo
hago porque yo también estoy pensando en ti mientras me estoy tocando.
Quiero
ser quien entienda que disfrutas cuando me ves llorando,
porque
seguramente sea de emoción, pensando en nuestro polvo de reconciliación.
Estabas
más guapo cuando me llamabas puta;
cuanto
tus ganas de llamarme te hacían pasarlas putas.
Pero te
has hecho mayor y te has deshecho persona.
No te
reflejes en mis ojos, te podrías asustar.
Si todos
te ven como yo te veo,
espero
que cierres los ojos hasta que vuelvas a encontrar la virginidad.
Que
estúpido te has vuelto desde que destrozas más corazones que sujetadores.
Estás
lleno de arrugas por dentro.
Y te
prometo que en otra situación hubiese sido lija, pero ahora mamá me viste de
terciopelo y me ha hecho una trenza preciosa que no tendrás valor para
despeinar.
Ni tan
siquiera me llenarás de barro.
No te
hubiese tirado del columpio si me hubieses dado la mano.
Te
hubiese comido la boca con tal de que sobrevivieses a los naufragios.
Me
hubiese cruzado la cara con tal de verte al otro lado de amar y me habría
importado una mierda en qué dirección fuese el viento, porque el Norte siempre
sé dónde estás.
Te
prometo que, si no hubieses descrecido, lo hubiese hecho,
pero me
niego a gastar mi próxima reencarnación intentando revivir a un muerto.