sábado, 11 de octubre de 2014

Confórmate con que me quiera.

No es que no te quiera,
tampoco es que no quiera quererte;
es que aún estoy intentando conquistarme,
y no me lo estoy poniendo nada fácil.

Siempre llego tarde a las citas importantes,
y nunca en mi vida he llegado a tiempo para abrazarme.

Tampoco espero que lo haga nadie.

Tan sólo espero no volver a ser de alguien.

Estoy cansada de dar la cara por personas que sólo saben torcerla y cruzártela;

de dejar la puerta abierta a quienes sólo la querían para irse sin cerrarla.

Esa clase de valientes a los que se les da de puta madre hacer de cobardes.
Yo que soy de esa clase de cobardes que al menos trata de ser valiente.

He dejado de escupirme por zorra,
de llorar por idiotas,
de quererme a deshora;
de intentar odiar a quien no le importo,
y a quien no le importaría desconocerme por otra.

Quizás me esté enamorando.


De hecho,
lo más parecido al amor 
que he sentido últimamente 
ha sido dejar de mirarme con asco.

Quizás, 
por primera vez,
y aunque suene extraño,
mi autoestima no sea 
el primer plato de la vajilla
que me apetezca hacer pedazos.

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