martes, 11 de noviembre de 2014

Mi cara de la moneda es la cruz de mi vida.
















Me culpo por culparme, 
por no saber dejar de atormentarme.

Me responsabilizo de todas las culpas,
y aún no he aprendido a reñirlas 
cuando entonan el "mea culpa";
aunque no sean propiedad suya.

Me culpo porque no me han enseñado a disculparme,
a empatizar conmigo; a bailarme el agua sin resbalarme.

Me odio por odiarme,
por no hacerlo en condiciones, 
porque no me importo lo suficiente
como para sentir por mi algo tan fuerte.

Por eso me enamorado de la autodestrucción.

Ella me acaricia con sus manos-lija,
me besa con sus labios-cuchilla
y me canta con su voz de sirena.
De policía.

Soy cárcel, carcelera y encarcelada.

Soy un par de esposas oxidadas e incrustadas 
sobre estas muñecas de esposa encerrada
con oficio de ama que odia su casa.

Soy el cuchillo sobre mis venas cortadas,
el depredador y la víctima desangrada.

Soy aquella que se da la espalda 
para no ver como lanza su vida por los aires, 
echando a suertes algo que acabará en desgracia, 
porque sabe que su moneda está trucada
y que su cruz le viene predestinada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario