No es un ¿qué tenemos?,
sino un ¿qué podríamos tener en otras circunstancias?.
No es un "quiero y no puedo",
sino un puedo, pero puede que pueda conmigo si lo intento.
Y no quiero.
No es sólo quererte y punto,
son todos los putos puntos suspensivos
que siguen al primer punto.
No es "el amor es suficiente",
"el amor lo puede todo"
o "quien no arriesga no puede ganar";
es un perder voy a perder
y no sé hasta que
punto me va compensar.
No es la sonrisa de primeras,
sino todas las lágrimas que sé que van
detrás de esa.
Detrás de la tuya cuando no vengas.
Cuando el noventa y
cinco por ciento del tiempo no estés a mi vera.
No es echarle huevos, ganas y fuerzas,
es que me los cortas, me las
quitas y se me van por la boca
cuando recuerdo el día en que me dejaste sola,
cuando con tal de salvarte fuiste capaz de ponerme sobre el cuello la soga.
Así que no me vengas ahora con el cuento
de que quizás éste sea nuestro momento.
Entonces no fuimos porque tú querías que me fuera,
y ahora no va a ser porque soy yo la que no quiere que seas.
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