jueves, 20 de septiembre de 2012

Vitalidad, felicidad.

¡Adiós a las promesas! ¡Déjate de palabras cuando no tienes palabra! No quiero quedar a medias con la tinta, asi que no emplees más saliva en mi, estoy corta de papel, y ya nada me afecta como antes. Ya no soy aquel flan blandito y esponjoso que se asemejaba a la gelatina, inestable y moldeable, completamente manejable. Ahora incluso el aire me sabe a algodón de azúcar, y me siento como si estuviese saboreando un pedacito de la nube en la que me siento a escucharme, cuando todos hablan, y desciendo su volumen, aumentando progresivamente el de mi voz interna.

¡Adiós a las historias de Disney! ¡Déjate de príncipes, princesas y unicornios! La reina de mi reino no necesita dulces, ni tartas de fresa tridimensionales con mucha nata, no necesita escudos, ni hadas madrinas que cuiden de ella. La protagonista de mi cuento viste vaqueros y sudaderas, no deja que la ordenen, y es terca y ordenada dentro del caos de su universo. Ella no pide más de lo que puede ofrecer, y sueña sobre su nube, a sabiendas de que los sueños, sueños son. Desciende a la Tierra, pone los pies sobre ella, y lucha por que se hagan realidad.

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