jueves, 6 de septiembre de 2012

¿Conseguiremos ser felices eternamente?

Me empapé de mí, hice oídos sordos a los mensajes subliminales que me enviaba la ciudad y me concentré en buscar el equilibrio entre mi cuerpo y mi mente. Viajaba sin rumbo, pero con absoluta certeza de que fuese cual fuese el camino que tomase, sería el correcto. No seguía ningún tipo de pauta, ni pensaba mucho en qué dirección seguir, tan sólo sentía todo aquello que me rodeaba más intensamente que nunca, y frente a mis sentidos, ningún tipo de señal, aviso o consejo, iba a hacer que cambiase de opinión. Escuche lo que mi piel me contaba entre respigos, y entre latidos deduje varias sensaciones que quiso hacerme llegar mi corazón, y así, sin poner en funcionamiento la parte más racional de mi cuerpo, le proporcioné la serenidad que necesitaba. No se trataba de hacer lo más sensato a largo plazo, sino de conseguir que cada momento fuese único e irrepetible, sin trabas, ni jeroglíficos imposibles de descifrar, y sin mirar más allá de lo que hoy nos hace felices. No más búsquedas forzadas de la felicidad, he comprobado que ella aparece justo cuando te propones que nada vacío de sentimiento conseguirá ponerte triste o te hará pensar que tu felicidad no merece la pena. Yo he decido que voy a ser feliz, y tú... ¿te atreverías a intentar ser feliz "eternamente"?

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