viernes, 18 de mayo de 2012

Mientras te recuerdo.

Estoy aquí nuevamente, querida. 
Te escribo para contarte todas esas cosas que ya no puedo contarte... en silencio, sin interrupciones, sin intermediarios, sin que tú lo sepas.

Te escribo en silencio, y no porque no desee con todas mis fuerza escribirte, sino porque se que no me responderías, o al menos eso creo. Te escribo porque te echo de menos, y porque sé que más que tú nadie me entenderá, incluso aunque ellos me escuchen y tú ni tan siquiera me leas. Te narraré mis vivencias y te expresaré mis dudas, aunque no puedas alegrarte por mi, ni sacarme de la incertidumbre, pero te escribo, y eso me hace sentirte más cerca, aunque estés más lejos que nunca. 

Te escribo aunque preferiría abrazarte, pero hay cosas que ya no están a mi alcance. Te escribo y te escribo, aunque debo reconocerte que, en ocasiones, también te recuerdo, pero no te escribo. Te recuerdo mucho, y no me avergüenzo de ello, lo hago porque lo siento, y porque me resulta difícil vivir sin sentirte a mi lado. Te extraño, y no sólo a veces, sin embargo aunque me haya costado aceptarlo, he asimilado que nuestras vidas se han separado, y que ya no volveremos a complementarnos.

Siento haber sacado nuevamente el tema de nuestra separación, puesto que no venía a hablarte de nosotras, si no a desahogar contigo, como con nadie más puedo hacerlo. 

Estoy bien, mi niña... Lo siento por considerarte aún mi niña, pero mi corazón se niega rotundamente a mandarte a la papelera de reciclaje y al baúl del olvido. Estoy bien, insisto, aunque no tan bien como tú deseabas verme. Estoy bien, no las veinticuatro horas del día, ni todos los días de la semana, pero sobrevivo. Sonrío, lo hago muy a menudo y con muchas ganas, sin embargo, a veces me siento confusa, perdida y desorientada... Es como si el resto del mundo estuviese aquí o allí, y yo en una dimensión paralela. 

Las cosas no están tan mal por aquí, aunque haya momentos en los que las pinte muy grises. No hace sol cada día, pero tampoco me empapan las tormentas. 

Por otra parte están mis sentimientos, esos cursis y empalagosos a los que tú, al principio, tenías tanta alergia. Hay cosas que no cambian, y esa parte, por suerte o por desgracia, continúa intacta. Reconozco que estos últimos meses el amor me ha sonreído, y yo le he dedicado mis mayores sonrisas y también la mayor parte de mi tiempo. Nunca he podido hablar de esto contigo, porque por aquel entonces nosotras ya no éramos lo que fuimos. No he tenido la oportunidad de hablarte de ella, ni de cómo me mira o de cómo me hace sentir una mañana cualquiera. No he podido enseñarte las cosas tan bonitas que me dice, ni hacerte llegar lo cristalino de mis sentimientos. Es posible que hayas visto alguna de nuestras fotografías, pero sólo eso... y me entristezco al pensarlo, te lo aseguro. 

No todo es fácil en el amor, y tanto tú como yo, lo sabemos. Yo no se si ella hablará bien de mi todo el tiempo, si comentará que es feliz a mi lado, o si, en cambio, hará uso del contenido de nuestras peleas y se quedará con la parte mala de esta nuestra historia. No puedo arriesgarme a decirte que conmigo ve la vida de color de rosa, pero yo intento hacer de su vida un lugar más dulce y menos frío, y esto... también te lo puedo asegurar. 

Como puedes comprobar las cosas han cambiado mucho desde que tú no estás, y ni tan siquiera puedo explicarme como me gustaría, o como solía hacerlo, pero debes comprender, que sin ti las cosas no volverán a ser lo que eran, y yo tampoco. Sólo deseo que aunque no puedas verme, ni sentirme, te llegue toda mi energía, y que liberes toda esa felicidad y esa fuerza que contienes, que no dejes que nadie se entrometa en tu interior para cambiarlo, y que nunca desistas en el intento de cambiar el mundo.

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