lunes, 14 de septiembre de 2015

El amor de mi vida.

El amor de mi vida
será quien comprenda
que mi tristeza sabe sonreír,
que reírme no destruye mis ganas de llorar
y que llorar no es sinónimo de debilidad.

El amor de mi vida
aceptará a todos los desamores de mi vida,
me cerrará las heridas y me besará las cicatrices;
me prometerá que no será como los anteriores
-y yo le creeré.-

El amor de mi vida
tendrá el poder de destrozarme en una huida,
sabrá lo de mis rodillas y también lo de mis pesadillas;
conocerá el punto exacto donde tocarme para que me ría
y todos mis tipos de llanto, pero también de sonrisa.

El amor de mi vida
sabrá que los semáforos me gustan en verde o en rojo, 
-nunca en ámbar-;

que no soporto las medias tintas, 
ni los vasos a medio llenar
y tampoco las puertas a medio cerrar.

(las tendrá todas abiertas para echar a volar cuando él quiera,
pero sabrá que una vez cerradas siempre giro la llave un par de vueltas).

El amor de mi vida
sabrá que me vuelvo valiente cuando quiero,
que me guío más por las ganas que por el miedo
y que quiero como pintan los niños pequeños:

manchándome las manos con todos los colores 
y saliéndome continuamente de los bordes.

El amor de mi vida
conocerá mis canciones y películas favoritas,
enloquecerá con mis cambios de humor y con todas mis manías,
pero, al final del día, me abrazará y me dirá que la vida es feliz 
porque elegimos con quien compartirla.

El amor de mi vida
puede que seas tú;

(que ya me gustaría)

puede que me dure una noche o un par de días,
puede que no exista, que no llegue nunca o que no me esté esperando todavía.
O puede que sí, puede que incluso exista y vaya a durarme toda la vida. 

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