jueves, 22 de enero de 2015

Donde aún sigues conmigo.

Te echo de menos. 

Te echo tanto de menos que he empezado a echarme de más;
que tropiezo conmigo misma e intento echarme a un lado,
echarle ganas, echarle huevos hasta conseguir 
que tengas ganas de volver a empezar.

Te echo tanto de menos que me he hecho de cristal. Y me he roto. 

Siento como mis fragmentos lloran sobre nuestros recuerdos,
y como tu nuevo amor me corta las alas y me guiña un ojo.

Yo nos beso, mi amor, 
porque los recuerdos son eternos,
y aquí dentro aún nos queremos.

Mi amor, 
te echo tanto de menos que espero que tú también lo estés haciendo. 

Que tengas tantas ganas como yo de robarme un nuevo primer beso. 
Que recuerdes el primer abrazo y te nazcan las ganas de quedarte a vivir dentro.

Te echo tanto de menos que intento no pensar en ello, 
no pensar en lo que pudo ser y nos deshizo, 
en lo que pudimos tener y detuvimos. 

Lo que más me duele es que ahora que te echo de menos no puedo decírtelo.
(por eso te lo escribo)

Mi amor, 
estoy cansada de perderme por piezas, 
de enviarme en fascículos hasta tu puerta, 
de no recibir ningún tipo de respuesta.

Me estoy hartando de restarme, yo que sólo quería sumar.

Mi amor,
ahora que te has ido y has cerrado todas las puertas, 
vuelvo a temerle a ventanas abiertas.

Aunque quiero que sepas que si vuelves, 
te abriré todas mis puertas.

Quiero que sepas que te echo de menos.
Que te echo tanto de menos que ya no recuerdo como era el no hacerlo. 

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