sábado, 27 de diciembre de 2014

Resultaste Invierno, amor.
















Has cambiado, amor;
y lo peor es que has intentado cambiarme. 


Me has engañado de forma más vil que conozco;
a través del amor. 


No has resultado ser tan tú,
como aquel tú vendía ser. 


Y no me querías tan mía
como te dije que era,
como ves que soy,
como te molesta que sea;
como te insistí en que iba a ser,
aunque me besases el corazón. 


Te enseñé mis alas
y besaste mi libertad,
aparentemente consciente,
de que por mucho que volásemos juntos,
jamás viviría en tu mano.


Te confesaste libre;
vacío de ese amor que vomito
cuando se vuelve recuerdo. 


Cuando baila sobre el mío
y deja abierta la herida de mis miedos. 


Te confesaste agua, aire y fuego,
y Mía te dijo que jamás se asentaría en tu Tierra,
porque es tan de ella como de nadie,
y no acepta más bandera que su ropa interior.


Yo no quiero enamorarme,
yo quiero un millón de amores dentro de la misma persona. 


Pero amando siempre a la misma,
nunca a ninguna de ellas.


Porque Mía.
Porque a ella. 


Y te lo dije,
y Mía te lo repitió.


Pero tú me mentiste.
No me estabas escuchando cuando te dije que nunca sería tuya,
que no me quisieses, que no te enamorases de alguien que aún no sabe amarse.


Pero yo te lo advertí.
No quiero dueño ajeno, no quiero ser con nadie que no sea conmigo;
no quiero verme reflejada en unos ojos que me quieren más de lo que me quiero yo.


Has cambiado, amor;
y lo peor es que has intentado cambiarme.
Y lo mejor es que no lo has conseguido.


2 comentarios: