miércoles, 17 de septiembre de 2014

La letra invisible del contrato.

Me di cuenta de que estaba enamorada de ti
la noche en que tus pesadillas 
se mudaron a vivir 
a mi lado de la almohada;

y yo les sonreí.

Prefería que me atormentasen a mi;
cediéndote así mis buenas noches,
para que tú pudieses darme los buenos días.

Me enamoré de ti,
y ni pude, ni quise evitarlo.

Tú dijiste que nos enamoramos;
y que tontos somos los enamorados
que nos creemos todos vuestros engaños.

Es cierto que en eso no mentiste.

Pero ni fue recíproco,
ni tuviste valor para confesármelo.

Es cierto, nos enamoramos.

Pero aún no sé a quién quisiste tanto,
ni por qué demonios tuviste que robarme tanto.

Yo que no dudé un segundo 
en cambiar mi amor por el tuyo.
Aunque el trato no fuese justo.

No leí la letra invisible del contrato,
te firmé con los ojos cerrados,  
me puso las esposas el abogado,
y, aún así, 
te cogí fuerte de la mano.

Por amor.  

La de estupideces que hacemos por amor
y lo mucho que nos cuesta enamorarnos,
conquistarnos,
mimarnos,
mirarnos y no odiarnos;

querernos como queremos,
y dejar de echarnos a un lado 
para permitir que sea otro 
quien se siente a nuestro lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario