La noche ha caído sobre mí, y,
nuevamente, me ha pillado desprevenida. La Luna no ha salido, quizás esté
triste, ¿debería ella fingir y salir a iluminar el cielo esta noche?
Me siento vacía sin ella, porque
lo cierto es que, querida Luna, hoy me haces falta, pero no estás allí arriba, ni aquí a mi lado para
complementarme. No estás, por lo que no buscaré tu abrigo, aunque otras muchas
noches me hayas cobijado en tu brillo, y yo, cristalina y desnuda como me suelo
presentar a ti, te sonría, te llore, y te vuelva a sonreír.
El
corazón se me ha vuelto a abrir, Luna, pero no ha sido mi culpa... Ese idiota
siempre actúa a su antojo, y las tiritas que le hemos ido colocando no han dado
buen resultado, se han ido despegando de él, al igual que los puntos de sutura
se han ido descosiendo.
Tengo
miedo, Luna, tengo mucho miedo. ¿Por qué todo se vuelve tan caótico cuando él
queda reducido, nuevamente, a escombros? Algo está fallando, me estoy mareando.
Aunque también tengo buenas noticias para nosotras... pero te las contaré
más adelante, cuando estés aquí, Luna, cuando estés aquí, conmigo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario