lunes, 4 de enero de 2016

Una indiferencia a tiempo te ahorra muchas tonterías.

Una se calla porque, a veces, 
se gana más omitiendo verdades que emitiendo puñales.

Porque no merece la pena rescatar residuos sentimentales, ni bofetones reciclables.

Que tropezaste con la piedra 
y lo importante no es quién la puso ahí, sino que te levantaste.

Que lloraste, que sufriste, que te rompiste porque quisiste. 
Otros no saben hacerlo, compadécete de ellos.

Que te arriesgaste.

Que pudiendo quitarte la venda decidiste dejarlo para más tarde, 
para poder abrazarle hasta que se marchase.

Que amaste, que te armaste de valor y luchaste. 
Que perdiste a alguien, pero, pese a todos, supiste encontrarte y reconquistarte.

Por eso no merece la pena hablar de nombres, ni buscar culpables. 
No es cuestión de castigar, ni de penalizar a nadie.

La conciencia es lo único que debe preocuparte.

Y el tiempo.
Porque el tiempo no nos lo va a devolver nadie.

Siéntete orgullosa porque tú no lo perdiste, 
sino que lo gastaste, que lo aprovechaste aunque te desaprovechasen.

Que si ellos han ganado o han perdido, no interfiere en tu camino. 
Que tú has aprendido a perdonar y ya sólo por eso te aseguro que has vencido.

Que el rencor es el lastre de los que han perdido a un ser que no creían querido 
y se acomodan en el odio para no admitir que se han confundido.

Una se calla porque a veces sobran las palabras;

porque una indiferencia a tiempo te ahorra muchas tonterías 
y te permite disfrutar realmente de la vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario