Me has querido de verdad,
y eso es
lo que te jode.
No poder
mentirte
como le
mientes al resto.
Te deseo
lo mejor
que se le
puede desear
a alguien
como tú:
Vivir de
mi recuerdo.
Ojalá
estés con ella
y no te
atrevas a hablarle de mi
por miedo
a que nuestros recuerdos
se te
escapen por la boca
y los
haga suyos otra persona.
Que, a
diferencia de ti,
los
cuide, nos
cuide.
Y me
cuide.
Ojalá
pienses en mí
cuando
estés con ella
cuando
estés sin ella,
y cuando
estés sin ti.
Porque
acabarás quedándote sin ti
en uno de
tus intentos por vaciar al resto.
Ojalá
estés con ella
y te
sepas mas mía sin mi,
que tuya
contigo.
E
intentes saborear su piel como si fuese la mía,
como quien
intenta convertir el agua en vino,
porque no
entiende que los milagros no existen.
Y que
aquellos que existen
no dan
oportunidades a quien no se las merece.
Ojalá estés con
ella
y te
sientas más nuestra
que
vuestra.
Cuando
sientas que el nosotras se ha roto
y
enloquezcas con el tacto de cada cicatriz,
intentando
arrancarte todos los puntos de sutura
para poder encontrarme dentro de ti.
Meterás
el dedo en la yaga
sólo para sentirme,
sólo para
sentir algo,
aunque
sea dolor.
Creyendo así poder acariciarme,
pero no.
Porque yo
no voy a estar bajo tu piel
y la herida te va a escocer.
Yo no me
voy a hacer cargo de los daños colaterales
provocados al rociarte con alcohol e incendiarte,
porque primero me quemaste tú,
pero nunca lo suficiente como para extinguirme.
Así que atente a las consecuencias
y arde, amor, arde.
Que el infierno ya ardía antes de que llegases tú,
porque primero me quemaste tú,
pero nunca lo suficiente como para extinguirme.
Así que atente a las consecuencias
y arde, amor, arde.
Que el infierno ya ardía antes de que llegases tú,
y ojalá
ni allí te den cobijo.
Porque
eres veneno
y para el veneno nunca hay sitio.
Porque me
quisiste de verdad,
pero a tu manera,
como tú
(no) sabes.
Porque
aunque sea tu verdad,
y tenga
que respetarla,
no
comparto la idea de pensar
que tus palabras guardaban algún tipo
de veracidad.
Para mí
ya nada de lo que dijiste era verdad.
Aún así no voy a dudar de tus sentimientos,
yo cojo
la pistola, apunto y no dudo en dispararte a la izquierda.
Porque sé que no te mataré.
Porque sé que no te mataré.
Sé que
ahí no hay corazón.
Y sé que por
muy dura que pongas la coraza,
debajo no
hay nada que merezca la pena atacar.
Es de
cobardes ir a por el más débil,
y yo no voy a molestarme en quemar algo que para mí ya es ceniza.
y yo no voy a molestarme en quemar algo que para mí ya es ceniza.
Porque sé que serás tú la culpable de tu muerte,
porque sé que sabes que fuiste la culpable de mi partida.
Porque intentaste jugar haciéndome trampas
y, jugada tras jugada, fui acercándome a la casilla de salida.
Y me fui por la puerta grande,
sin necesidad de despedidas.
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