domingo, 8 de diciembre de 2013

A fin de cuentas lo importante es que me gustas.

A mí me gustas por que cuando sonríes el mundo deja de importante menos, para importarte más. Por que empiezas a ser más tú y menos lo que ellos quieren que seas.

Empiezas por todos sin necesidad de acabar en ti, porque todos ellos son quienes hacen del camino un buen lugar para quedarse a vivir. Y son ellos la razón por la que has dejado de pensar en ti; mientras ellos, sin pensar, hacen por ti lo que tú intentas hacer por ellos.

Te hacen feliz. 

Y tú me haces feliz a mí y eso que ni tan siquiera recuerdas mi nombre, 
pero que importa si el tuyo es el motivo de que yo esté aquí. 

Que estoy harta de tener que huir para poder encontrarme, con lo fácil que fue encontrarte a ti con los ojos cerrados y el corazón sordo. Por que huía con los brazos abiertos y fue sobre tu espalda donde los cerré. Y por primera vez me encontré, sana y salva. 

Abrí los ojos y tú fuiste lo primero que vi.

Te recuerdo con tu mochila amarilla, con tus ojos marrones y con el corazón más rojo que he visto nunca. Fue entonces cuando me miraste y me descubrí latiendo dentro de mí, y a ti dentro de mi también. Y supe en ese instante que jamás podría dejar de escucharte, que jamás querría volver a cerrar los ojos, ni insonorizar el mundo.

Porque te había encontrado.

Huyendo en mi búsqueda te había encontrado,
encontrándome así a mí.

Y perderte querría decir perder el rumbo
y perderme a mí.

Perdernos.

Y eso sólo lo concibo en plural,
contigo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario