Tal vez esta sea la
despedida más inesperada de todas las que me he hecho a lo largo de los años, y
también la menos deseada. Mantengo la esperanza de que las últimas horas de
este año no se esfumen, y se mantengan a mi lado. Soy consciente de que los
años se suceden en la vida de una persona como días en el calendario, pero sigo
siendo una niña pequeña a la que le aterra el paso del tiempo, y como
consecuencia de ello, los cambios.
He saboreado 365 lunas,
con sus 365 atardeceres, pero no han sido suficientes. No he visitado numerosos
lugares nuevos, es cierto, pero me quedo con lo bueno conocido y con lo bueno
que aún me queda por descubrir. No me he perdido en playas de arenas blancas,
pero la sensación del viento enfriando mi piel en estos instantes me
reconforta.
He venido a mi rincón a
despedirme nuevamente de mi misma, a hacer balance de lo que este contrato que
finaliza ha traido a mi vida, y de lo que se lleva consigo a la parte de la
memoria que sólo se encarga de recordar y no de vivir.
Los diecinueve están a
punto de fugarse, y yo, en parte, me iré con ellos. Deseo con todas mis fuerzas
que algunas partes de mi yo presente desaparezcan o que al menos disminuyan su
intensidad, porque no son sanas. A los Reyes Magos les he
escrito nuevamente este año, y quién sabe, sino son ellos, quizás tú, mi nueva
yo, puedas hacer mi deseos realidad.
Además de como despedida
te escribo para contarte mis hazañas, aquellas que quedan enmarcadas en
fotografías frente a aquellas que únicamente han dejado huella sobre mi piel.
Durante este periodo de
tiempo he vivido, he soñado y me he despertado. También he corrido, he saltado,
he vencido a mis monstruos y me he vencido a mi misma. No he vendido mi cuerpo,
ni mi sonrisa, y tampoco mis palabras. He dado de mi lo máximo establecido, y
he sobrepasado el límite permitido. Mi yo interno se ha desobedecido numerosas
veces y otras tantas me ha oído, pero no me ha escuchado. He podido captar con
mis ojos lo más bello, y también lo más triste, pero no vengo aquí a
entristecerte.
Me he tropezado conmigo
misma, y con todas y cada una de las piedras que se me han interpuesto en el
camino, aunque he sabido sobreponerme a muchas, y he esquivado numerosas balas
disparadas directamente a mi corazón.
Me siento bien
amorosamente hablando, ¿sabes? Me he enamorado como nunca, con todas las
letras, y con todos los poros de mi piel, y creo que esa parte, será una de la
que no desecharás de tu corazón.
Nuestra hermana ha
crecido, mucho, de hecho está más preciosa que nunca y tiene un corazón que te
protegerá siempre. Me siento orgullosa de ella y estoy segura de que en tu
nueva vida tú también te sentirás así. Nuestra madre ha sido un
pilar fundamental en mi vida, y lo será en la tuya, al igual que nuestro padre.
Dos seres tan opuestos que sólo intentan hacer de nuestra vida un camino más
fácil, más feliz, menos doloroso. El resto de la familia me
ha aceptado tal y como soy, y contigo no será menos, te abrazarán con su
comprensión, como han hecho conmigo, cuídalos, se lo merecen.
El resto de partes que
compondrán tu corazón son ellos, los consejos, las sonrisas, las confidencias,
y todo lo que son capaz de proporcionarte mis niños y mis niñas. Ellos serán la
pieza que terminará de completar tu puzzle interno.
No quiero ponerme
demasiado sensible, y te pido por favor que en tu contrato firmes por un límite
de lágrimas preciso, no quiero más, en todo caso menos. No dejes tus palabras
sin actos, y se consecuente con lo que haces en todo momento. Pérmitele a tu
corazón que lata sin complicaciones, sin disgustos innecesarios y sin roturas
para las que los puntos de sutura no sirven de cura. Sonríe, cómete la vida en
sonrisas, y enséñale al mundo que si el Sol no brilla, tú brillas como ninguna.
Ama, pero principalmente, ámate, mímate en todo momento. Ejercita tu cuerpo sin
olvidar ejercitar tu mente, y no dejes nunca de lado quién eres, no te olvides
de ti, y de que tú eres como tienes que ser, como eres. Saborea la vida,
disfruta de tu presente y lucha por tus sueños. Plantéate metas y no te dejes
vencer, supérate y no dejes que te digan nunca que no eres capaz de algo.
Aquí termina mi contrato, para dar lugar a tu nacimiento, sé feliz, prométemelo.
Yo te recordaré desde nuestra memoria.
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