lunes, 27 de febrero de 2012

Pero lloré...

Sonreí desde primera hora de la mañana, consciente de que los días sin su presencia física se harían más y más cuesta arriba. Le sonreí al mundo y le di los buenos días, aunque no con tanto amor como se los había hecho llegar a ella. Sonreí y me intenté comer la mañana para que ella no me comiese a mi, lo intenté con todas mis fuerzas. Me armé de valor e hice la vista gorda frente a las malas caras, a los gestos torcidos y a las desafiantes miradas.

La mañana transcurrió, y la tarde se llenó de sonrisas, de gentío, de abrazos y de colonia de Nenuco. Se complementó a base de caídas, de quejas y de lágrimas de cocodrilo, siempre sucedidas de sonrisas.

El día me sonreía y yo a él, me sentía feliz. La tenía, la quería, pero me seguía dando miedo afirmar que ella también sentía eso mismo por mi. Debía de quererme, de no quererme las cosas serían diferentes, ¿no crees? Sonreía y le sonreía, si, a ella, dueña de la mejor de las sonrisas, y a su vez, ella me sonreía.

Aún así, la noche opacó al transparente día, y las nubes fueron eclipsando al Sol. Las sonrisas se guardaron en mi retina, y yo.. me sentía completa, pero lloré...



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