sábado, 20 de junio de 2015

Bésame la nariz.

Escucharte reír en mitad de un beso también es un orgasmo.

Suenas como mi canción favorita y te beso porque me pueden más las ganas que el miedo; 
y eso que estoy acojonada desde el primer parpadeo.

Me miras y todos mis semáforos se te ponen en verde.
No sé a qué estás esperando para cruzar el umbral de mi puerta y colonizar tu nueva casa.

La felicidad son los tres segundos que transcurren entre que me miras y me besas la nariz.

Te miro las manos y ya no sé si es por vergüenza o por protección.
Tienes un eclipse precioso entre los labios y yo no me he traído las gafas de sol.

Te beso con los ojos semicerrados por miedo a estar soñando.
Después te veo al otro lado y ya es seguro.
Tengo que estar soñando.

Te pido que me pellizques, pero deja de hacerlo sobre el corazón.
Sé que no me merezco todo esto, pero no te lo lleves aún.

Se hace tarde, pero a mí me parece demasiado pronto para dejarte.

Dos besos en tu portal me saben a poco
y es más de que lo que jamás pensé que te llegaría a dar.

Si volviese a entrar por aquella puerta,
estoy segura de que volvería a no querer dejarte de mirar.

Te prometo que esta sonrisa no viene de serie:
La estoy estrenando contigo.

Y espero que se convierta en el vestido de los Domingos 
que me pondré cada vez que me lleves a ser feliz contigo.

1 comentario: